Dos grandes generadores presiden la cocina de la casa de montaña de la arquitecta Antonie Bertherat-Kioes. Junto a la mesa de comedor hay un gran panel de control eléctrico de principios de 1900, ahora con una chimenea integrada.
La casa que Bertherat-Kioes comparte con su esposo y sus cuatro hijas fue una vez una estación de ferrocarril de la línea Montreux-Oberland Bernois, cuyos trenes todavía paran en la plataforma exterior. La arquitecta ha transformado el edificio en un cálido y peculiar refugio.
Bertherat-Kioes y su familia, todos aficionados al esquí, aman la montaña. Ya tenían un chalet cerca de Zermatt, pero les atrapó Gstaad, la belleza de su paisaje y el encanto tranquilo de los valles circundantes. Buscaban una pequeña granja, con estructuras que pudieran remodelar, pero no lograron encontrar nada hasta que se toparon con la casa-estación de Gruben.
Situada en una pequeña aldea en las afueras de Gstaad, representaba una inusual pero tentadora oportunidad. La conversión de la estación representó un gran desafío que aquí contamos.