Una isla solo para nosotros. Es el sueño recurrente, la máxima expresión del lujo, ligado en este caso a la exclusividad y, por qué no, a la privacidad más absoluta, la que nos permite ser dueños únicos, a veces para siempre, otras temporalmente, del agua y la tierra que nos rodea.
Es posible para los huéspedes de estos cinco rincones paradisíacos –¿le suenan Iker Casillas, Celine Dion o Paul McCartney?–, algunos puestos en venta, otros ideados para disfrutar mediante un recorrido que nada tiene que ver con unas vacaciones convencionales.