Para entender algunos capítulos de la historia relojera, basta con mirar a la historia de la Humanidad. Eso es lo que hay que hacer para comprender el verdadero alcance de aquel reloj que surgía en 1957, es decir hace 60 años, y cuya vocación era medir, simple y llanamente, los tiempos intermedios como todo buen cronógrafo.
De hecho, el nombre de Speedmaster era una clara alusión al primer objetivo con el que nació y le hizo famoso entre los pilotos de coches. Su sólida estructura era sinónimo de fortaleza ante las vibraciones y los impactos sin perder un ápice de su exactitud. Además, incorporaba una escala taquimétrica en el bisel, con lo que se podían cronometrar sus vueltas con más facilidad que nunca. De hecho, era el primer reloj con esas cualidades... Pero lo que son las cosas, en los años 60 iba a aparecer en escena un reto superior, el que había planteado el presidente Kennedy al comienzo de la década, que el hombre llegara a la Luna.
Lo que parecía ciencia a ficción fue tomando visos de realidad y el Speedmaster de Omega se convirtió en el único reloj en superar las pruebas y controles de la Agencia Espacial norteamericana, la NASA. Y con ello, el único que llegó a la Luna. Sesenta años después sigue sorprendiendo con su diseño y sus cualidades para el cronometraje; y por supuesto, es el mejor testigo de una historia que cambio a la Humanidad.