La lenta agonía del periodismo en papel es uno de los más tristes espectáculos de nuestro tiempo. Cabe la posibilidad de que dentro de unos años subsista la prensa en este soporte de forma apenas testimonial, muy minoritaria, y que los periódicos digitales la sustituyan de forma generalizada. Con la prensa de papel perderemos muchísimo más que un soporte, aunque parece que muchos no perciben este aspecto de la cuestión. Si vale la pena reivindicar el papel es, sobre todo, porque la amplitud de su despliegue permite la creación de un orden y una jerarquía que, al menos por el momento, ningún soporte digital está ofreciendo.
La función de la portada, de la separación y ordenación de las secciones, y la organización de las noticias dentro de cada una de ellas, el guiño de las entrevistas de contraportada tan típicas de la prensa española, el juego de los cuadernillos que encuentra su máxima expresión en la enorme edición dominical del New York Times… son logros que no tienen rival en la maqueta actual de las ediciones digitales de los periódicos. Lo mismo ocurre con las revistas. Nadie me convencerá de lo contrario.