Autorretratos de fotógrafos históricos: la cámara, el yo y el espejo

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'Autorretrato con Carlo Rim' (1930), de André Kertész
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'Autorretrato con Carlo Rim' (1930), de André Kertész

Budapest, 1894- Nueva York, 1985

Empezó a fotografiar durante su participación en la Iª Guerra Mundial en el ejército austrohúngaro. En 1925 se traslada a París, donde entra en contacto con los círculos artísticos. En 1933 realiza uno de sus trabajos más conocidos, Distorsiones, en el que cuerpos desnudos aparecen deformados, engrandecidos, blandos, pero reconocibles. En 1936 viaja a EE UU, donde desarrolla un trabajo eminentemente poético desde una mirada pausada de la vida cotidiana.

'Autorretrato', sin fecha conocida, de Man Ray
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'Autorretrato', sin fecha conocida, de Man Ray

Filadelfia, 1890 - París, 1976

Apreciado como fotógrafo, Ray siempre deseó ser considerado un pintor. Se instaló en París en 1921, donde se vinculó al dadaísmo y al movimiento surrealista, volcándose en lo experimental. Hizo incursiones en el cine, practicó la fotografía sin cámara (mediante la exposición de objetos a la luz sobre papel sensible) y denominó sus resultados “rayogramas”; asimismo, realiza solarizaciones, exponiendo negativos a la luz. Durante la IIª Guerra Mundial se refugió en EE UU, regresando a París en 1951.

'Autorretrato' (1952), de Francesc Català Roca
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'Autorretrato' (1952), de Francesc Català Roca

Valls, 1922 - Barcelona, 1998

Se inició en la fotografía con su padre, Pere Català i Pic, fotógrafo profesional. En su obra, lo documental asume puntos de vista insólitos y sorprendentes sobre la vida cotidiana, captando de manera psicológica el espíritu de su época a partir del paisaje urbano. Su actividad profesional estuvo muy ligada a proyectos de carácter editorial. Es considerado como uno de los renovadores del “documentalismo” en España.

'Autorretrato en fotomatón' (1929), de Walker Evans
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'Autorretrato en fotomatón' (1929), de Walker Evans

St. Louis, 1903 - New Haven, 1975

Evans se inicia en la fotografía en 1928. Sus trabajos más conocidos e impactantes son los realizados durante la gran depresión en los años ‘30 para los programas gubernamentales Resettlement Administration (RA) y Farm Security Administration (FSA), para los que documenta las condiciones de vida de las familias afectadas por la crisis, la miseria, la sequía y la emigración. Aquellas fotografías suyas se convirtieron en emblemas de la época. En sus viajes por EE UU retrató la realidad de un país en plena transformación, desde la sociedad rural a la sociedad de masas.

'Autorretrato' (1954), de Robert Doisneau
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'Autorretrato' (1954), de Robert Doisneau

Gentilly, 1912 - París, 1994

Se dedica a la fotografía comercial durante los años ‘30 y durante la IIª Guerra Mundial se integra en la resistencia. Trabaja para Vogue, pero salta a la fama gracias a una única fotografía, El beso: una de las imágenes más reproducidas en el mundo. En 1992, en un juicio interpuesto por quienes pensaban haber sido sorprendidos en su beso, puso al descubierto que se trató de una pose preparada. Su obra constituye un retrato de del París de posguerra.

'Autorretrato' (1951), de Willy Ronis
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'Autorretrato' (1951), de Willy Ronis

París, 1910 - 2009

Hijo de emigrantes judíos rusos que huían de los pogromos, Ronis se formó en el estudio fotográfico de su padre, que cerró tras su muerte en 1936 para dedicarse a la fotografía como reportero independiente. Junto con Doisneau y Brassaï, se integró en la agencia Rapho y obtuvo un gran reconocimiento internacional. Fue un gran cronista de la vida parisina.

Si el autorretrato pictórico utilizó como herramienta indispensable el espejo, la fotografía convirtió a la cámara en un espejo. En el arte, el autorretrato representa una voluntad de introspección, que tiende a contestar (o quizás, mejor aún, a formular) la pregunta: ¿Quién soy yo y cómo soy? Pero es también el deseo de decir y afirmar: “Soy yo, miradme”.

Es el impulso irrefrenable del ego. Curiosamente, el autorretrato es, por un lado, el cumplimiento del mito de Narciso (que se contempló en el agua de un estanque, se enamoró de sí mismo sin reconocerse y, al intentar abrazarse, se ahogó), en el mito de Acteón (el cazador que descubre a Diana bañándose en un río y, descubierto por la diosa, es convertido en un ciervo que es devorado por sus propios perros): el autorretrato es la representación de lo que no podemos ver sin más y deseamos ver.

Por eso quizás el autorretrato fotográfico es un género que posibilita lo aparentemente imposible, como la fotografía misma. No son muchos los fotógrafos que no hayan sido tentados alguna vez por el autorretrato. Unos pocos lo han convertido en su propio género, como John Coplans, cuyas fotos reflejan insistentemente fragmentos de su cuerpo (aunque pocas veces su rostro), o Cindy Sherman y Yasumasa Morimura, que se disfrazan, se travisten y se representan como otros, como personajes, y de ese modo han dado la vuelta al género.

El autorretrato es también un modo de desnudarse y de ejercer el humor, de reírse de uno mismo, exponerse, exhibirse. ¿Cuánto hay de ficción y cuánto de verdad? El autorretrato es una colisión entre ambos puntos.

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