Durante décadas, fueron solo las maniquíes femeninas las que podían aspirar a protagonizar las grandes campañas de publicidad y a ocupar las portadas de las revistas. Solo algunos jóvenes actores, entre los años 50 y 60, Gary Cooper, Clark Gable, Cary Grant, James Dean o Marlon Brando, representaban los cánones estéticos para muchas firmas de moda.
El hombre, como imagen de marca, solo estaba destinado al cine. Pero al llegar los años 90 se inventó un nuevo star system, el de las top models (Linda Evangelista, Cindy Crawford, Claudia Schiffer…), que arrastraron a algunos maniquíes masculinos para que pudieran jugar en el mismo partido que sus compañeras. Ellos eran Marcus Schenkenberg, Joel West o Mark Wahlberg, el primer trío de modelos que consiguió fama y contratos millonarios, al que se unieron después Mark Vanderloo o Tyson Beckford. La moda se dio cuenta de que también ellos podían sumar con un nombre reconocido por el gran público.
Aunque la industria ha evolucionado en las dos últimas décadas, buscando rostros de jóvenes a los que adherirse según los cánones de cada momento, no ha sido hasta comienzos del siglo XXI cuando la figura del modelo masculino ha conseguido traspasar su nicho. El que lidera este cambio es un británico nacido en 1980 en un pueblo del condado de Essex de 40.000 habitantes, Billericay. / Fotografía: JORDAN GRAHAM