Un vino de 1.000 euros, un menú degustación con caviar, langosta o trufa negra –u otras exquisiteces–, platos de chefs con Estrella Michelin, decoración del siglo XVIII o increíbles vistas a las capitales más importantes del mundo o la nieve son solo un aperitivo de lo que los restaurantes más caros de Europa (y con razón) ofrecen. Si alguien se pregunta por qué son tan caros, aquí tiene la respuesta.
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