En la restauración de las grandes ciudades, el ritmo de las aperturas tiene un carácter cíclico: si bien es cierto que las inauguraciones de nuevos establecimientos se reparten durante todo el año, el verano es el momento ideal para disfrutarlos.
Por lo general, los locales de última generación confirman lo que barruntábamos hace tiempo: que en la restauración de hoy, el continente es tan o más importante que el contenido. De ahí que a estas alturas sea prácticamente imposible concebir una nueva taberna, gastrobar, tasca, wine-bar, ambigú, cafetería o comedor de postín que abra sus puertas sin haber solicitado previamente los servicios de un interiorista de ojo avispado, que sepa manejar con soltura los códigos estéticos de las tendencias en boga.
Otro de los rasgos comunes en los restaurantes de nuevo cuño es el argumento conceptual: ya no se trata de dar de comer, sin más. Es preciso diferenciarse de la competencia ofreciendo lo que los demás no tienen (o no pueden, o no se les ha ocurrido).