Los panamá no los hacen en Panamá. Y esto ya dice mucho sobre la historia y la tradición centenaria de los sombreros más clásicos de la elegancia estival. Panamá ha sido, durante un par de siglos, su puerto de embarque.
En realidad, los blancos sombreros cuyos destinatarios eran los miembros de la alta burguesía europea y estadounidense, se fabricaban (y todavía se fabrican) en Ecuador y en un reducido número de países de Sudamérica.
¿Fabricados? Sería más correcto decir sabia y pacientemente tejidos. Porque el auténtico panamá es una obra de artesanía comparable a un tapiz o a una alfombra. Lo expresó muy bien el escritor Tom Wolfe, el autor de 'La hoguera de las vanidades': “El placer de tenerlo y de ponérselo compensa a duras penas el remordimiento por las penalidades que pasan los pobres que lo han producido”.