El lujo se ha convertido en un pastel con sorpresa, del que, como ocurre con el roscón de Reyes, no podemos excluir ninguna porción hasta devorarlo por completo. No existe una nevera que nos permita dosificar su consumo, ya que la moda, su principal ingrediente, está en todas sus moléculas y además es adictiva. Los viajeros anteponen en su agenda de viaje el alojamiento y sus servicios, las ofertas de gastronomía y las zonas de shopping de alta gama de la ciudad en la que van a vivir, y muchas veces a trabajar, durante unos días.
El mercado de la moda de lujo es uno, y es mundial. Sin embargo, en cada área cultural del planeta, vieja o nueva, el mismo producto se presenta y se vende de forma diferente, casi siempre junto con otros elementos locales que lo personalizan y lo hacen único. / Imágenes: CORRADO BONORA