Un nombre fetiche para la historia del cine y un apellido esencial en el sector de la moda masculina. Este fenomenal binomio ha dado lugar a la firma de camisas de alta gama que Luchino Gastel, sobrino del prestigioso director italiano Luchino Visconti, ha diseñado después de recopilar, macerar y empaquetar todo el inmenso y apabullante bagaje familiar que le acompaña.
Gastel, hombre de inquietudes humanísticas y perteneciente a una de las sagas artísticas más importantes del norte de Italia (su hermano es el fotógrafo Giovanni Gastel), decidió el verano pasado abordar el sector de la moda masculina, falto, en su opinión, de una acertada combinación de colorido y elegancia en camisería de gran lujo. Su vasta cultura y su imponente formación académica (filósofo, historiador y doctor en Letras Antiguas) se complementa y equilibra con su praxis en el campo de las artes, como asistente de su tío Visconti, decorador de ópera y cine –ha trabajado también con el director Franco Zeffirelli– y, también, como experto coleccionista de arte.
La firma se identifica con los cánones masculinos del cine de los 50, entre lo clásico y lo moderno.
Plasmar en este momento semejante patrimonio personal supone una declaración de intenciones que rinde homenaje a su tío, quien también lo eligió como ahijado. Durante los años en los que trabajó con Visconti, Gastel atesoró una valiosa experiencia que le permitió conocer de primera mano la moda y las tendencias de la época, a través de los actores con los que su tío colaboró y, en general, mediante la heterodoxa perspectiva que le ofrecía el mundo del celuloide.
Entre los años 50 y 60 del siglo pasado, algunos de los cánones masculinos de la gran pantalla –Burt Lancaster, Marlon Brando o Fred Astaire, entre otros– vestían de manera fresca y atrevida a la par que refinada, augurando nuevos aires. Todos los valores que representaban son con los que se identifica la firma italiana: un amor nada imposible entre clásico y moderno que nació cuando los hombres podían resultar igual de estilosos sin necesidad de llevar corbata. La colección de camisas Luchino quiere rescatar ese espíritu de libertad sin perder un ápice de glamour ni distinción.
Existen dos variedades: la casaca, que denota un aire más informal, y la camisa, para aquellos que prefieran no arriesgar demasiado. Ambas en tres materiales: seda, algodón y jersey. Eso sí, a cada uno de ellos le corresponden diseños diferentes y exclusivos. Es aquí donde reside el mayor secreto de Luchino Camicie: los estampados, llamativos y con mucho color.
Elegancia desenfadada
Si bien hay solo dos modelos de camisa Luchino, la casaca (chaqueta) para los más desenfadados y la camisa para los más elegantes, en lo referente a estampados y tejidos, rescatados de los años sesenta, la oferta es mucho más amplia.
Desde el diseño conchiglia (‘concha’), disponible en algodón (entre 150 y 160 €), pasando por los pois (lunares) en seda (a partir de 240 €), hasta los diseños para la camisa en un tejido que recuerda al de jersey fino (alrededor de 190 €).
El peso medio de los tejidos hace que las prendas sean atemporales y que puedan lucirse en invierno como en verano. Por ese motivo, la colección es, por el momento, continuativa. Los diseños originales perviven y, cada tres o cuatro meses, se van sumando nuevos modelos que amplían las posibilidades a la hora de seleccionar la camisa que mejor va con cada tipo de hombre.
Con toda esta elección personalizada, Luchino Camicie pretende precisamente que el cliente pueda expresar su estado de ánimo en cada momento. A su elección queda también el combinar la camisa adecuadamente con un blazer, una chaqueta clásica o un traje oscuro, y todo ello sin echar de menos la corbata en ningún momento.
LAS MUSAS FUERON ELLOS
Marlon Brando. Actor iconoclasta e inconformista, no todo el mundo le recuerda por algunos de sus primeros y memorables filmes: ‘Un tranvía llamado deseo’ (1951) y ‘The wild one’ (1953). Fuera de cámara, sería otro de los que apostarían por un vestuario elegantemente informal.
Montgomery Clift. Uno de los chicos rebeldes del cine norteamericano, cuya disidencia también llevó a su forma de vestir. Vivió tan sólo 45 años, aunque le dio tiempo a recibir varias candidaturas a los Oscar. Una de ellas, por su papel del soldado Prewitt en ‘De aquí a la eternidad’ (1953).
Fred Astaire. La imagen de este camaleónico actor, bailarín y coreógrafo se asocia a la rigurosa etiqueta que vestía junto a su incondicional pareja de baile, Ginger Rogers. Sin embargo, Astaire supo asimilar con gran gusto la ausencia de la corbata y los estampados llamativos.
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