'Un vestido para Mari': esa es la traducción de Marimekko al español. Un nombre sencillo, asequible, al alcance de cualquiera y con el que todo el mundo se puede sentir identificado, por su sencillez y por su cercanía. Apenas una palabra que encierra la esencia, el fundamento y el mensaje que siempre quiso transmitir Armi Ratia, la mujer de personalidad arrolladora que fundó la empresa en el año 1951, después de que un buen día decidiese abandonar su carrera de escritora para volcar su talento en el universo del diseño. La decisión, por inverosímil que pudiera resultar en el momento, fue de los más acertada. Ratia supuso toda una sorpresa que aún hoy perdura.
Las formas geométricas son el complemento a los estampados florales.
Su intención no era otra que cambiar la vida de sus compatriotas, por entonces sumida en la neblina gris y pesimista de la posguerra, o al menos animarla en la medida de sus posibilidades. Así que dijo adiós a los colores mortecinos y lo transformó en un hola a la vida cargada de esos estampados coloristas que dejamos de lado al hacernos adultos; un objetivo ambicioso que, sin embargo, consiguió rápidamente haciendo que Marimekko se convirtiese en una manera de ver las cosas y en un estilo de vida más que en una mera marca. Y la verdad es que esta máxima, utilizada por muchas otras empresas, nunca ha sido tan cierta como en este caso.
Desde 1991, Paakanen ha reeditado y actualizado los diseños más clásicos de marimekko.
Para poner en marcha la empresa, Ratia se rodeó de un equipo de mujeres creativas contagiadas de su ilusión y convencidas, como lo estaba ella, de que las cosas salen mejor si se hacen bien y si se pone en ellas el máximo empeño. De su espíritu emprendedor y de la creatividad de diseñadoras como las ya míticas Maija Isola o Annika Rimala, sin las cuales Marimekko jamás hubiese llegado a ser lo que es, salieron los primeros diseños, marcados por un atrevimiento pocas veces visto en el país.
La marca es un compendio de formas geométricas de la Bauhaus, coloreadas con los tonos brillantes del Pop Art
Así transcurrió una primera época, hasta que la marca alcanzó una personalidad muy bien definida, que la ha hecho inconfundible: una destilación de las formas geométricas utilizadas por el movimiento Bauhaus, y coloreadas después con los tonos vivos y brillantes del Pop Art, lo que da lugar a una sinfonía de estampados de cierto aire psicodélico.
Estampados que, aunque puede resultar chocante, también se realizan en Finlandia, fundamentalmente en tejidos de algodón y de lino, dos materiales naturales, agradables, cómodos y duraderos, que hablan también de la filosofía de la marca. Después, se han realizado las adaptaciones para crear otros productos, como cortinas, manteles, sábanas, toallas, pijamas, bolsos y, desde hace unos años, también tazas, monederos, velas, botas de agua, paraguas y un largo etcétera de objetos de uso cotidiano.
A LA CONQUISTA DEL MUNDO Poco a poco, aquellas primeras prendas, funcionales, atrevidas y con todos los papeles en regla para gustar y llevarse el gato al agua, fueron haciéndose un hueco en la vida de los finlandeses, porque fuera de Finlandia, durante la primera década de su existencia, Marimekko fue una gran desconocida. Hasta que por fin también en el extranjero empezó a atraer el descaro de sus motivos: tanto, que un buen día llegó hasta su sede la mismísima Jacqueline Kennedy y compró siete vestidos y unas cuantas camisetas que vistió durante sus vacaciones en Cape Code.
Ayer y hoy, Marimekko sigue teniendo la misma filosofía. A la izquierda, la directora de Marimekko, Kirsti Paakkanen, fotografiada en 1991 frente a una de sus tiendas en Helsinki.
Eso sucedió en el verano de 1960. Sus fotos fueron portada de Vanity Fair y se publicaron en más de cuatrocientas revistas y periódicos, llevando a Marimekko a entrar por la puerta grande en el mundo de la moda y del diseño internacionales, cuando ya se había convertido en un icono nacional en Finlandia, lo que la situó, junto con Nokia, Papá Noel y Alvar Aalto, en el podio de los símbolos de su país.
Los diseños de Marimekko se realizan en algodón y lino, materiales naturales que hablan de la filosofía de la marca
Pero no todos han sido días de vino y rosas. Cuando en 1979 falleció Armi Ratia, Marimekko y su mundo de color se tambaleó al entrar a formar parte de la multinacional AMER. Siguieron unos años de zozobra en los que la compañía estuvo a punto de desaparecer. Había perdido pujanza, pero sobre todo la identidad que le había hecho diferente.
Detrás del trabajo de la firma se encuentra la labor de algunos de los diseñadores escandinavos más interesantes del momento.
Afortunadamente, todo cambió cuando Kirsti Paakanen, la actual propietaria, se propuso relanzarla. Había conocido a la fundadora en el año 1978, cuando todavía era publicista. Su profunda vinculación con la marca, no sólo llevó a Paakanen en 1991 a luchar por evitar la quiebra, sino a reeditar y actualizar los diseños más clásicos y a promover otros nuevos que casan a la perfección con la filosofía de Marimekko y que, de hecho, han conseguido revitalizar también sus cifras, multiplicar las exportaciones y aumentar los beneficios en un 200 por ciento desde su llegada.
Kristina Isola, diseñadora de Marimekko.
Motivos que perduran
Marimekko tiene varios diseños que son tan significativos como la propia marca. Uno de los más conocidos, y más reproducidos, es la flor 'Unikko', creada por Maija Isola en 1964. Su hija, Kristina Isola, además de trabajar como diseñadora también para Marimekko, es la heredera de los derechos de los diseños de su madre y la supervisora de las nuevas variaciones y adaptaciones de este motivo.
Según ella, un buen diseño es aquel que es más conocido que su autor, algo que ha aprendido trabajando codo con codo junto a su madre. Este lema lo comparten también los diseñadores más jóvenes de la actual firma, como Erja Hirvi, quien se incorporó a la empresa en 1991.
“Es fascinante que un diseño creado hace 40 años, como 'Unikko', esté de plena actualidad y que a la gente le siga gustando y lo adquiera para decorar su casa o lo incluya entre sus objetos personales”, asegura. Y ahí es precisamente donde reside gran parte de la magia de Marimekko, que tiene 25 establecimientos propios en Finlandia y está presente en tiendas multimarca de más de treinta países.
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